La metodología Agil se basa en cuatro principios clave para la gestión eficaz de proyectos. En primer lugar, se destaca la importancia de fomentar la interacción y colaboración entre los miembros del equipo. Además, se requiere que el producto final cumpla con los estándares de calidad y funcionalidad deseados. La participación activa del cliente también es fundamental, ya que permite obtener retroalimentación valiosa y asegurar que se cumplan sus expectativas. Por último, la capacidad de respuesta a los cambios es esencial para garantizar la flexibilidad y adaptabilidad del proyecto a lo largo de su desarrollo. Al centrarse en estos cuatro principios, se asegura que las personas involucradas comprendan el propósito y se enfoquen en los resultados, lo que contribuye a mejorar la eficacia y eficiencia del proyecto.