Buscaban identificar los puntos en común que existían entre las distintas formas de crear software, basándose en la vivencia de los programadores. También querían entender qué factores conducían a la satisfacción de los usuarios. Como resultado de esta investigación, definieron cuatro principios fundamentales:
La comunicación y el trabajo en equipo entre las personas tienen mayor relevancia que los procedimientos establecidos y las herramientas tecnológicas. En otras palabras, la dinámica de un equipo influye directamente en el resultado del software. Un software operativo y funcional es más valioso que una documentación exhaustiva. La participación activa del cliente es más crucial que la delimitación estricta de un contrato. Esto significa que una comunicación cercana permite obtener información valiosa que puede mejorar el proceso de desarrollo. La capacidad de adaptarse a las modificaciones es más importante que la adhesión rigurosa a un plan predefinido.
