Durante los últimos años, áreas de desempeño laboral como la comunicación digital han cambiado a medida que han aparecido más y mejores tecnologías de información y comunicación (NTIC).
De esa manera, vemos que ya no es imprescindible poseer habilidades para manipular dispositivos como cámaras de fotografía, grabadoras de voz o máquinas de fax, ya que todas las tareas que se realizaban con estos aparatos hoy se pueden hacer de forma más simple, intuitiva y rápida con un buen smartphone. Más recientemente, gracias a la aparición de apps que convierten los dictados de voz en texto, dejó de ser fundamental operar con agilidad el teclado del computador.
Adicionalmente, creo que situaciones coyunturales como la pandemia de COVID19 sin duda cambiaron nuestra manera de trabajar. En países como Colombia, la mayoría de la población nunca había desempeñado sus funciones bajo modalidades diferentes a la presencialidad. Además, actividades como el comercio electrónico no se encontraban tan afianzadas entre el grueso de los compradores, quienes seguían usando canales de venta convencionales a principios de 2020.
En este contexto, la acelerada transición hacia el teletrabajo que sortearon muchas empresas implicó una evolución o cambio en diferentes aptitudes profesionales, hasta entonces consideradas fundamentales. Ejemplo de ello es que muchas personas con trabajos remotos ya no tuvieron que hacer uso de habilidades blandas como mirar a los ojos al interlocutor, vestirse de manera apropiada para presentarse a trabajar, llegar a tiempo y cumplir con horarios inflexibles. En lugar de ello, millones de empleados en toda América Latina se vieron obligados a aprender a usar un ordenador, a conectarse a meets y a familiarizarse con mirar y hablar hacia una webcam sin sentirse intimidados.
Por supuesto, lo enunciado anteriormente no implica que hacer las cosas "a la vieja usanza" se haya vuelto inútil. Por ejemplo, tomar una fotografía análoga que tenga calidad profesional sigue siendo una actividad rentable, útil y apasionante en muchos nichos laborales; claramente, todavía es deseable llegar a la oficina a tiempo y con buena presentación; es obvio que aún hay beneficio en desarrollar un lenguaje no verbal que favorezca la transmisión de lo que comunicamos y, así, sucesivamente...
Sin embargo, los ejemplos planteados definitivamente evidencian cómo van cambiando los quehaceres cotidianos, a medida que pasa el tiempo y profesiones como la comunicación se ven expuestas a nuevos factores tanto internos como externos.
En ese sentido, acelerar el cierre de la brecha digital es indudablemente una necesidad para las sociedades latinoamericanas. Por ello, sería conveniente intensificar la oferta académica y formativa que permita a mas personas integrarse a las nuevas dinámicas.
En lo que respecta al mercado laboral de la comunicación digital, para bien o para mal lo que se observa es que las empresas cada vez más demandan profesionales capaces de resolver una amplia gama de problemas y de desempeñar diferentes funciones. Así, a un comunicador digital se le puede llegar a pedir desde la generación de contenidos, hasta el planteamiento de campañas publicitarias en línea, pasando por el desarrollo de sitios web, por poner solo un ejemplo. Dado que pareciera que la exigencia de profesionales "toderos" será cada vez mayor, resulta pertinente ampliar conocimientos tanto como sea posible, en aras a estar preparados para los años venideros.