En esta clase entendí que la priorización no es solo útil, sino necesaria. Nos ayuda a enfocarnos en lo que realmente importa y a resolver problemas de manera más rápida y eficiente. Por ejemplo, si tengo que elegir entre dormir o cocinar, claramente dormir tiene más prioridad, porque afecta directamente mi salud y mi rendimiento.
Para poder priorizar bien, aprendimos que hay pasos clave a seguir:
Paso 1: Primero, es fundamental tener claro cuál es el proyecto y cuál es el objetivo final. Esto nos da una dirección y evita que gastemos energía en cosas que no aportan al propósito principal. Tener bien definido qué problema queremos resolver nos permite tomar mejores decisiones desde el inicio.
Paso 2: Después, hay que dividir ese objetivo grande en pequeñas metas. Esto nos ayuda a no sentirnos abrumados y a enfocarnos en una cosa a la vez. Dentro de esas metas, debemos identificar cuál es la tarea más urgente o la que más impacto tiene, y empezar por ahí. Así se mantiene un flujo constante de avance y se trabaja con enfoque en lo que más valor aporta en cada momento.
Además, aprendí que priorizar también significa aprender a decir "no" a ciertas tareas o postergarlas si no son urgentes o importantes para el objetivo actual. No todo se puede hacer al mismo tiempo, y por eso es clave saber elegir en qué invertir nuestro tiempo y energía.