Lo que aprendí de este enfoque es que el equilibrio entre la vida personal y profesional no solo es esencial para el bienestar, sino también para el éxito a largo plazo. Establecer metas anuales tanto para el desarrollo profesional como personal es clave, porque nos da dirección y propósito. Programar nuestras vacaciones, además de ser una forma de descanso, permite recargar energías para volver con más creatividad y enfoque.
Elaborar un plan concreto y ser realistas con nuestros esfuerzos, sin cambiar de opinión constantemente, nos ayuda a mantener el rumbo, y lo más importante, ser honestos con nosotros mismos en todo momento. Los fines de semana deberían ser sagrados para desconectar y dedicar tiempo a lo que realmente nos hace felices.