Lo que aprendí en esta aula realmente me hizo reflexionar sobre cómo abordo el aprendizaje en mi vida diaria. Primero, entender cómo funciona mi cerebro en el proceso de aprender me abrió los ojos. No todo lo que aprendo se queda conmigo si no trabajo en ello de manera continua. La curva del olvido de Ebbinghaus me recordó que, aunque algo sea memorizado, sin repasar, se desvanece. Ahí es donde la práctica distribuida entra en juego, ayudándome a consolidar lo aprendido a largo plazo.
También, al comparar un mindset fijo con uno de crecimiento, me di cuenta de que mi actitud frente a los desafíos marca la diferencia en mi capacidad para aprender.