Aprendí que es fundamental salir de la zona de confort, crear buenos hábitos y establecer rutinas efectivas. Es crucial eliminar todas las distracciones mediante un plan de acción previamente definido. Además, entendí que la dirección es más importante que la velocidad, porque no siempre gana quien corre más rápido, sino quien mantiene un paso constante en la dirección correcta hasta el final. Es preferible avanzar lentamente pero de manera firme hacia la meta, que correr sin rumbo fijo.