El objetivo es la descripción de lo que quiero lograr: Cuando establezco un objetivo, estoy definiendo lo que quiero alcanzar de manera general, sin entrar en detalles específicos de cómo lo lograré. Por ejemplo, si mi objetivo es mejorar mi estado físico, esto solo describe lo que quiero lograr, pero no especifica cómo lo haré.
La meta es la definición en términos cuantitativos y con un término fijo: Por otro lado, la meta es una especificación más concreta y medible de lo que quiero lograr, con una fecha límite para alcanzarla. Por ejemplo, una meta podría ser correr 5 kilómetros en un tiempo determinado antes del final del mes.
El ciclo del hábito siempre comienza con una señal: Es importante recordar que el ciclo del hábito consta de tres componentes: la señal, la rutina y la recompensa. La señal es el disparador que activa automáticamente el hábito y lo pone en marcha.
Cuando me pongo objetivos, es esencial que me motiven: Es importante que los objetivos que me propongo sean significativos para mí y me motiven a alcanzarlos, ya que esto me ayudará a mantener el enfoque y la motivación a largo plazo.