La inteligencia artificial (IA) puede describirse como la habilidad que tienen determinadas máquinas de presentar similares (o superiores) capacidades que los seres humanos, como el razonamiento, el aprendizaje, la creatividad y la capacidad de planear.
Esta tecnología hace posible que los sistemas tecnológicos perciban su entorno, se relacionen con él, resuelvan problemas y actúen con un fin concreto. La máquina recibe datos (ya preparados o recopilados a través de sus propios sensores, por ejemplo, cámara o micrófono, etc.), los procesa y responde a ellos.
En definitiva, la principal característica de los sistemas de IA es ser capaces de adaptar su comportamiento, analizar los efectos de acciones previas y trabajar de manera autónoma.
Aunque algunas tecnologías que han hecho posible el desarrollo de la IA existen desde hace más de 50 años, los avances en informática, la grandes cantidades de datos y redes que los soportan, así como el desarrollo de algoritmos han sido clave para que se haya convertido en estratégica, sobre todo en la transformación digital de la sociedad.