Creo que aprender de forma constante es una de las mejores inversiones que podemos hacer en nuestra vida, no solo por lo que podemos lograr profesionalmente, sino también por cómo nos transforma como personas. Para mí, el aprendizaje continuo se trata de tener curiosidad genuina por el mundo y estar dispuesta a explorar cosas nuevas, incluso si a veces da miedo o parece difícil.
Algo que he aprendido es que el hábito más poderoso para mantenerme aprendiendo es hacer preguntas constantemente. Cuando era más joven, tenía miedo de parecer ignorante al preguntar algo, pero con el tiempo me di cuenta de que las personas más sabias no tienen miedo de admitir que no saben algo. Ahora, si algo no me queda claro, no dudo en buscarlo o en pedir ayuda. Es como abrir pequeñas puertas a nuevas oportunidades de aprendizaje.
Otra cosa que me ha funcionado es leer, pero no solo libros técnicos o relacionados con mi carrera. Me encanta mezclar lecturas: un día puedo estar leyendo algo sobre aeronáutica y al otro, un libro de filosofía o incluso poesía. Creo que esto me ayuda a tener una perspectiva más amplia y a conectar ideas de formas que no esperaba.
En mi experiencia, uno de los mayores desafíos es el tiempo. Siempre hay tantas cosas que hacer que a veces es fácil dejar de lado el aprendizaje. Lo que hago es incluirlo en mi rutina diaria: escuchar podcasts mientras hago ejercicio, ver videos educativos durante descansos o leer un artículo interesante antes de dormir. Aunque sean pequeños momentos, al final del día siento que aprendí algo nuevo.
Por último, algo que me ha cambiado es compartir lo que sé con los demás. Puede ser enseñando a alguien más, como cuando he dado asesorías, o simplemente compartiendo lo que aprendí con mis amigos. Eso no solo me ayuda a reforzar mis conocimientos, sino que también me inspira a seguir aprendiendo.