Me parecen muy interesantes los puntos que han compartido, en especial la idea de que el feedback no debe limitarse solo al resultado, sino también analizar el proceso detrás de lo que hacemos. Creo que ahí radica una clave importante: si nos enfocamos únicamente en alcanzar un objetivo, podemos pasar por alto la riqueza de los aprendizajes que surgen a lo largo del camino. No se trata solo de valorar el "proceso" como un cliché, sino de reconocer que en esos detalles muchas veces encontramos las herramientas para mejorar y crecer.
El feedback, ya sea propio o externo, puede ser una herramienta muy poderosa si lo entendemos como una oportunidad para aprender en lugar de percibirlo como una crítica. Es cierto que, a veces, el feedback puede no sentirse constructivo de entrada, o incluso podemos interpretarlo de forma negativa debido a nuestras propias percepciones o emociones. Por eso, creo que la autoevaluación es esencial: nos permite reflexionar sobre esas reacciones internas y trabajar en ellas para identificar oportunidades de mejora.
También coincido plenamente en que, en las organizaciones, el feedback debería ser algo continuo, que no solo provenga de los jefes, sino que fluya en todas direcciones. Un entorno donde el feedback sea bidireccional y constante genera un espacio de crecimiento colectivo, donde todos aprenden y contribuyen al desarrollo mutuo.