Sí, recuerdo un hábito que me trajo varios beneficios: cuando adopté la lectura diaria de al menos 20 minutos, no solo mejoró mi concentración y comprensión, sino que también fortaleció mi disciplina, redujo mi tiempo de ocio poco productivo y me dio más temas de conversación para interactuar con otras personas. A partir de allí, noté cómo un solo hábito bien practicado podía tener un efecto multiplicador en mi vida personal y profesional.