Mi hábito clave es leer una hora diaria, lo cual consiste en dedicar al menos sesenta minutos cada día a la lectura. Este hábito no solo implica sentarse con un libro, sino también la elección de un ambiente adecuado, libre de distracciones, que favorezca la concentración y la inmersión en la lectura.
La selección del material de lectura puede variar: desde novelas y ensayos hasta artículos científicos y revistas especializadas. Lo importante es que el contenido sea de interés y aporte valor, ya sea en términos de conocimiento, entretenimiento o desarrollo personal.
Para mantener la constancia, he establecido una rutina diaria, eligiendo un momento específico del día para leer, como antes de dormir o durante la mañana. Este hábito contribuye al desarrollo de la mente, la ampliación del vocabulario, la mejora de la concentración y la adquisición de nuevos conocimientos. Además, proporciona un espacio de relajación y desconexión del ritmo acelerado del día a día.