Esta clase me recordó que aprender con intención requiere más que voluntad: necesita estructura, ambiente y ritmo. Al planificar mi semana, definir horarios específicos y escoger un espacio que respete mi foco, empiezo a diseñar condiciones reales para aprender. Comprendí que el estrés al salir de la zona de confort no es un enemigo, sino señal de crecimiento. Además, celebrar cada paso me da energía y refuerza el sentido profundo de por qué y para qué aprendo. Aprender como lo hace Alice, con constancia, variedad y propósito, me inspira a diseñar una rutina que me acompañe, no que me agobie.