Ser más enfocado me transforma en alguien capaz de avanzar sin tantas pausas, sin tanto ruido mental. El tiempo se vuelve aliado cuando cada tarea, desde escribir mi tesis hasta depurar código complejo, se convierte en una meta clara. Los errores disminuyen, la ansiedad se suaviza, y el día tiene sentido. Ya no se trata solo de rendir más, sino de vivir mejor: con espacio para el arte, la lectura, y ese descanso que no pesa en la conciencia. La disciplina deja de ser esfuerzo y pasa a ser hábito, y en ese hábito encuentro orden, propósito y calma.