Saber decir que no en algunos momentos, y en otros tener las habilidades necesarias para la mediación y la negociación en el arte de trabajar con otros, generar los espacios y los tiempos de reflexión individual, pero también propiciar y participar en espacios y tiempos colectivos, es a todas las luces un desafío que nos interpela en la búsqueda de balances entre egoísmo y altruismo. Seguramente la primer palabra, egoísmo, tenga una connotación negativa, al menos más que la segunda, altruismo. En realidad, no creo que el altruismo por estos días tenga valoración negativa, más bien todo lo contrario. Desde ahí, casi como abogado del diablo, quisiera esbozar someramente, acorde al espacio y objetivo del foro, una defensa de la primera. Con la necesaria contextualización de época, enmarcada en una filosofía capitalista estadounidense de mediados del siglo pasado, más precisamente el objetivismo filosófico, Ayn Rand escribe dos novelas: El manantial y La Rebelión de Atlas. En la primera de las obras citadas, la autora no escatima en frases pro ego, lo define como una virtud, manantial de la creación inteligente, y lo rescata de aquella connotación de maldad que tiene, siempre que sea racional, deja en claro. Es muy crítica del altruismo, hay que decirlo también. Pero, para concluir este párrafo en relación a aquella mirada filosófica, quiero decir que no está todo tan mal en ser algo egoísta, tal vez desde ahí broten nuestras creaciones más genuinas, originales, en franca rebelión al status quo de las ideas. Algo más conciliador y más acá en el tiempo, en esta tensión a superar entre el yo y los otros, si se me permite la sinonimía, es la mirada integracionista que sostiene que es muy bueno ir con otros, pero (y detrás del pero viene la verdad) sin descuidar lo propio, es más, desde los propio vamos hacia el otro. Esta óptica, en otras palabras dice que sólo con un alto nivel en lo propio es posible construir en lo diferente. Así las cosas, para terminar, no tengamos miedo de decir no, de ir en búsqueda de los espacios y tiempos personales necesarios, a costa de ser tildados como unos egoístas.