La formación de hábitos no tiene un período de tiempo específico que sea universalmente aplicable. La duración para establecer un hábito puede variar significativamente entre individuos y depende de diversos factores, como la complejidad del hábito, la consistencia en la práctica y la disposición personal para el cambio. Según algunos estudios, la formación de hábitos puede oscilar entre varias semanas hasta varios meses. La clave radica en la persistencia, la repetición y la implementación gradual de comportamientos deseables para consolidar un hábito de manera efectiva.