Un desarrollador de software trabaja en una nueva aplicación móvil. La tarea de programar es desafiante, pero no tan difícil como para causar frustración. El desarrollador tiene las habilidades necesarias para llevar a cabo la tarea y hay un objetivo claro: completar una funcionalidad específica en un tiempo determinado.
Mientras escribe código, puede probar la aplicación y ver inmediatamente los resultados, lo que le permite ajustar su enfoque. Se sumerge en la tarea, perdiendo la noción del tiempo y de su entorno, sin distracciones externas. Siente que tiene el control sobre el proceso y puede tomar decisiones rápidas.
Al estar tan concentrado, no se preocupa por cómo se ve o qué piensan los demás. Cuando todas estas condiciones se cumplen, experimenta un estado de flujo, lo que mejora su productividad y aumenta su satisfacción y creatividad en el trabajo. Esto resulta en un mejor rendimiento en el proyecto de software.