Durante mucho tiempo, viví con un mindset fijo, aunque en ese momento no sabía que existía ese concepto. Algunos profesores me hicieron sentir que no servía para aprender, que no tenía futuro, y hasta me dijeron que terminaría limpiando calles. Esas palabras me marcaron, y por un tiempo llegué a creerlas.
Pero gracias a Dios, nació en mí una habilidad y un deseo real de aprender. Poco a poco fui entendiendo que sí podía, que tenía valor, y que mi pasado no definía mi capacidad de crecer. Empecé a salir de esa mentalidad fija y a caminar hacia un mindset de crecimiento.
Hoy estoy en proceso de aprendizaje. Me esfuerzo cada día por mejorar, por avanzar, y por no dejarme llevar por las voces del pasado. Aprendí que la constancia, la humildad y la dirección correcta valen más que la velocidad.
También reconozco la importancia del apoyo social: personas que te animan, que creen en ti, que te acompañan en el proceso. Eso ha sido fundamental para no rendirme.
Ya no me limito por lo que otros dijeron de mí. Estoy construyendo una nueva mentalidad, con fe, mansedumbre y propósito.
