Según mi experiencia personal, la barrera que más me quita el enfoque es:
Situaciones o problemas aún no resueltos en el trabajo o en la vida personal.
Cuando tengo pendientes importantes o emociones sin gestionar, mi mente se dispersa fácilmente y me cuesta mantener la concentración, incluso en tareas que normalmente disfruto. Ese tipo de carga emocional actúa como un ruido de fondo constante que interfiere con mi rendimiento.
Si tuviera que incluir una barrera adicional, mencionaría:
La presión de cumplir con expectativas poco realistas, ya sean propias o externas.
A veces, querer hacer todo perfecto o responder a lo que otros esperan puede generar ansiedad y bloquear el enfoque.