Una de mis barreras físicas que me impiden concentrarme es el ruido excesivo en el ambiente, como el tráfico o una conversación en voz alta en mi casa.
Una barrera emocional podría ser la ansiedad o el estrés relacionados con una tarea específica, lo que puede afectar negativamente mi capacidad de concentración al generar pensamientos intrusivos y distraer la atención.