Hace cinco años, una habilidad era el dominio técnico de herramientas específicas para crear contenidos, como software de autoría o edición. Sin embargo, hoy en día estas habilidades han perdido relevancia debido al auge de plataformas más intuitivas y la automatización. Ahora se valoran más habilidades generalizadas, como la capacidad de diseñar experiencias de aprendizaje centradas en el usuario, integrar estrategias basadas en neurociencia y motivación, y adaptarse a entornos digitales que fomenten el aprendizaje activo y flexible. El enfoque ha pasado del "cómo crear" al "qué y por qué crear" para generar un impacto significativo en los procesos de aprendizaje.