Esta semana he decidido dedicar un total de 8 horas a mi proceso de aprendizaje en programación, enfocándome principalmente en combinar teoría con práctica y adaptando cada momento a mis estilos de aprendizaje.
Los lunes de 6:00 p.m. a 7:30 p.m., estudiaré desde mi escritorio en casa. Este será un espacio para ver clases en video, tomar apuntes, y asimilar los conceptos básicos. Es un tiempo tranquilo y personal donde puedo enfocarme sin interrupciones.
El martes, de 6:30 p.m. a 8:00 p.m., me dirigiré a un espacio más neutral y silencioso, como una biblioteca, para trabajar en ejercicios prácticos. Ahí aplicaré lo aprendido el día anterior, resolviendo problemas pequeños y mejorando mi lógica de programación.
El miércoles lo reservo para descansar, despejar la mente y permitir que lo aprendido se asiente de manera natural.
El jueves, nuevamente desde casa entre las 6:00 p.m. y las 7:30 p.m., me enfocaré en desarrollar un mini proyecto. Algo simple, como una calculadora o un conversor, que me permita ver cómo se conecta todo el conocimiento en algo real.
El viernes no he agendado estudio. Lo dejo como tiempo libre para relajarme o ponerme al día con otras áreas de mi vida.
El sábado, en la mañana, de 10:00 a.m. a 12:00 p.m., iré a una cafetería tranquilo. Allí estudiaré de manera más relajado, escuchando podcasts sobre programación y leyendo artículos o blogs. Este espacio me permite aprender de forma más flexible y dinámica, aprovechando otros formatos.
Finalmente, el domingo por la tarde, de 5:00 p.m. a 6:30 p.m., volveré a mi escritorio para hacer un repaso general de lo que aprendí durante la semana. Haré anotaciones en Evernote, revisaré mis progresos y pensaré en qué mejorar para la próxima semana.
Durante toda la semana usaré distintos formatos según mi estilo personal: videos, ejercicios interactivos, mapas mentales, proyectos simples y reflexiones escritas. Todo esto me permite mantenerme motivado, avanzar con propósito y adaptarme a cómo aprendo mejor.