Todo depende del conocimiento que se quiere adquirir, pero para abordar un desafío de aprendizaje, es útil descomponerlo en bloques pequeños y organizados. Por ejemplo, en el caso de la programación, podemos tomar conocimientos generales ya aprendidos y conectarlos con los nuevos.
Un buen ejemplo es el concepto de clases en programación orientada a objetos. Una clase puede entenderse como una plantilla que abstrae un elemento de la realidad, como un molde que define las características y comportamientos de un objeto. Este concepto se puede dividir en bloques pequeños: primero, entender qué es una abstracción; luego, aprender cómo se define una clase en el lenguaje de programación; y finalmente, explorar cómo se crean y utilizan instancias basadas en esa clase.
Al trabajar de esta manera, avanzamos paso a paso, asegurándonos de que cada bloque de conocimiento se asimile antes de pasar al siguiente. Este enfoque no solo facilita la comprensión, sino que también permite establecer conexiones significativas entre los conocimientos nuevos y los previos, promoviendo un aprendizaje más profundo y efectivo.