Contexto:
Durante un proyecto de clase sobre desarrollo de software, me tocó liderar la documentación, coordinar entregas, programar una parte del backend y preparar una presentación final… todo en la misma semana que tenías exámenes y otras entregas.
¿Qué pasó?
Empecé motivada, pero me saturé. Cada vez que quería avanzar, me bloqueaba. Me costó delegar, y por querer hacerlo todo yo, me atrapó el estrés. Entré en modo “solo resuelvo cosas urgentes”, pero sin avanzar de verdad.
¿Qué te dejó atrapada en la zona de estrés?
Querer tener todo bajo control (perfeccionismo encubierto).
No pedir ayuda o no confiar en que otros lo harían bien.
Sentirte culpable por no rendir al 100% en todo.
Tres actitudes que puedes adoptar la próxima vez
Bajarle dos rayitas al perfeccionismo.
-Aceptar que "hecho es mejor que perfecto". Si algo cumple su función y te permite avanzar, está bien. No todo necesita estar 10/10 al primer intento.
Delegar y confiar más en tu equipo.
-Pedir apoyo no es rendirse, es optimizar. Dividir bien los roles te libera energía mental para lo que sí depende de ti.
Usar la técnica de microtareas.
-En vez de ver “el monstruo” del proyecto completo, partirlo en mini tareas concretas, con tiempos definidos y descansos entre cada una. Así activas la zona de aprendizaje sin saturarte.