Recuerdo una ocasión en la universidad cuando debía exponer ante personas más conocedoras del tema que presentaba. A pesar de haber estudiado, el miedo a equivocarme y a no cumplir con las expectativas me dejó paralizado. Me centré tanto en no fallar que no logré disfrutar ni aprovechar la experiencia de aprendizaje. La presión que me puse a mí mismo fue lo que me mantuvo atrapado en la zona de estrés. Era mi sustentación.
¿Qué me dejó atrapado?
- El miedo al juicio de los demás.
La autoexigencia excesiva.
- No pedir apoyo o guía cuando la necesitaba.
Tres actitudes que puedo tomar la próxima vez para moverme a la zona de aprendizaje:
- Aceptar que equivocarse es normal en estos casos, tomándolos para mejorar y no como fracasos personales.
- Prepararme con anticipación y con estrategia, abordando todo con claridad y calma.
- Buscar apoyo para así ayudarme, conversar con compañeros, mentores o conocedores del tema para sentirme acompañado en el proceso.