Recuerdo cuando abordé el problema 13-9 de Griffiths sobre la fuerza entre cuatro corrientes paralelas usando la ley de Biot-Savart. Cada vez que integraba una contribución y comprobaba el resultado, encontraba un despiste en la configuración de coordenadas o en los límites, y tenía que desandar todo el cálculo.
Qué me dejó atrapado en la zona de estrés
Perfeccionismo extremo: insistía en dejar cada derivación “perfecta” antes de avanzar, lo que me hacía retroceder sin progresar.
Ausencia de hitos intermedios: no había dividido el problema en subobjetivos claros que me permitieran ver avances parciales.
Aislamiento: trabajé horas sin compartir mis bloqueos, acumulando frustración en solitario.
3 actitudes para la próxima vez
Fragmentar el proyecto en tareas concretas (definir expresiones de campo, evaluar cada integral, sumar contribuciones) y celebrar cada pequeño logro.
Pedir retroalimentación temprana: al primer signo de bloqueo, compartir borradores con un colega o tutor para ajustar el rumbo.
Incorporar pausas activas: tras bloques de 45 min, detenerme 5 min para anotar aciertos, dudas y próximos pasos antes de retomar con mente fresca.