Recuerdo que en la universidad tuve que presentar un proyecto final que me parecía muy difícil. Me sentí tan abrumado que empecé a procrastinar, pensando que no sería capaz de hacerlo bien. El miedo al fracaso y la falta de organización me mantuvieron atrapado en la zona de estrés.
Para la próxima vez, puedo adoptar estas tres actitudes:
Organizarme desde el principio: Dividir el trabajo en tareas pequeñas para no sentirme abrumado. Mantener una mentalidad positiva: Focalizarme en los avances pequeños y no en los posibles errores. Aceptar los errores como parte del proceso: No temer al fracaso y ver los errores como oportunidades para mejorar. Con estas actitudes, creo que podré pasar más rápidamente a la zona de aprendizaje.