Hace unos años, estuve al frente de un proyecto universitario muy importante, desarrollé toda la planeación y ejecución del mismo, pero una semana antes al ver el avance que llevaba, me relajé demasiado y dejé para última hora lo que no debí. La noche anterior de la entrega, tuve que pasar de largo sin dormir puliendo cosas que de haber cumplido con mi propio cronograma no me habrían tomado tanto tiempo. Como lección sé que debo cumplir los tiempos que me estipulo o que el proyecto dictamina. Jamás dejar para última hora nada y por último pero no menos importante, controlar mi ansiedad en momentos de presión.