Recuerdo que la primera vez que me cambiaron en un trabajo de un proyecto a otro estaba en shock. El cambio fue abrupto, estaba en un proyecto donde estaba 100% acostumbrado a la estructura y a los requerimientos, y casi a punto de salir de mi jornada me avisaron que al día siguiente empezaría en otro. Sé que es una situación más normal de lo que parece pero el aprender todo entorno al nuevo proyecto y adecuarme me causó estrés pues tendría que llegar a realizarlo de manera casi inmediata.
Cuando llegué, todo fluyó con normalidad, y me di cuenta de que me dejé "mal llevar" por la sensación de cambio. Me adecué rápidamente y a la hora ya pude empezar a desarrollar las tareas asignadas.
Tres actitudes diferentes que tomé veces anteriores (porque en mi último trabajo esta práctica de cambio de proyecto era demasiado normal) fueron:
- Resilencia: Hay que saber adaptarse a la adversidad.
- Confianza: Ayuda mucho el confiar en las capacidades propias durante un desafío.
- Estabilidad: Muchas veces no notamos el daño emocional que nos hacemos al reaccionar con nerviosismo o ansiedad ante las situaciones y es bueno tomar medidas para mantenerse tranquilo. El desafío no se irá así por si solo, así que lo mejor es saber vivir con su existencia (sin afectar la propia).