Al entrar en una preparatoria donde enseñaban diseño gráfico, tenía que salir de mi método de estudio tradicional que era una serie de reglas y pasos, y abrir mi mente a nuevas posibilidades donde se usa más que nada la imaginación. Esto mismo fue el detonante de mi gusto por el arte. Tuve miedo de no tener la imaginación suficiente, pero simplemente dije: cada persona aprende a su manera, no importa lo que me tarde, lo voy a aprender.
Al momento de entrar a la universidad, fue un desafío más grande, ya que tenía que tener una lógica de programación, lo cual era difícil al tener una imaginación más abierta y no estar enfocado a seguir ciertos pasos para tener la funcionalidad de un código. Volví a salir de mi zona de confort para imaginar cómo son los pasos, aprender como si estuviera aprendiendo un idioma nuevo. Al final, la manera de liberar el estrés fue siempre preguntando mis dudas y ponerlas en práctica. Si no entendía, volvía a preguntar, sin tener miedo a no saber.
En el mundo laboral fue muy diferente a lo que pensé que sería, pero siempre pude salir de mi zona de confort para aprender cosas nuevas y así motivarme para poder aprender a enseñar y capacitar a personas nuevas que entran al trabajo. Ser su guía, así también nació mi gusto por enseñar.