Un caso personal muy claro es el aprendizaje del inglés. Dejé de trabajar en mi empleo formal y decidí meterme al inglés; empecé mi curso al nivel B2, lo cual me tomó dos años y medio. Inicié muy entusiasmada, pero fueron muchos cursos. en el medio del proceso, odiaba el inglés y me tomé dos periodos de 5 semanas cada uno para poder retomarlo. Cabe señalar que me tocó pandemia, y el tomar clases virtuales fue un desafío para mí. Al final, a pesar de mi resistencia, finalmente terminé el inglés. Quisiera hablar como crítico del New Yorker, con ese lenguaje sofisticado que los caracteriza (algo similar al C2, que se supone ya tengo), pero al menos poseo las bases. Ahora a practicar y sólo asi llegaré hablar con ese lenguaje de letrado al que aspiro. En lo personal esos descansos breves me sirvieron, porque sí sentía mucha ansiedad y frustración. Pero lo logré. Además, aprendí a ser más organizada para aprender vía clases virtuales. Es más, hasta me convertí al judaísmo y terminé una especialidad (posgrado) por esta vía.