Hace un tiempo, trabajé en el fine-tuning de un modelo de lenguaje para mi chatbot de evaluación psicológica, pero los resultados no eran los esperados: el modelo no generaba respuestas coherentes ni capturaba bien el contexto clínico. Esto me dejó atrapado en la zona de estrés porque sentía que mi esfuerzo no daba frutos, me frustraba al no encontrar la solución rápidamente y dudaba si los datos o los hiperparámetros eran los correctos. Para la próxima vez, puedo dividir el problema en partes pequeñas, revisar cada etapa por separado y hacer pruebas progresivas; buscar retroalimentación y explorar nuevas fuentes, como documentación o foros especializados; y aceptar el error como parte del proceso, adoptando una mentalidad más experimental para avanzar sin que la frustración me frene.