Establecer metas claras nos permite mejorar el aprendizaje porque podemos medir nuestro avance. Para que una meta tenga sentido, debemos saber por qué queremos aprender algo, dónde lo vamos a aplicar y cuándo necesitamos estar listos. Con esa claridad, es más fácil organizar el tiempo, enfocarse y aplicar lo aprendido de forma útil en lo personal, laboral o académico.