De las barreras mencionadas, me identifico especialmente con 4 de las propuestas y 1 que agregué:
- Distracciones en el internet como redes sociales, páginas webs y correos
- Pop-ups y actualizaciones en el teléfono de aplicaciones como Whatsapp y servicios de compras
- Mindset fijo, creer que no tienes habilidades para crecer
- Espacio físico inadecuado para estudios
- Presión por mantener "rachas" en aplicaciones sociales.
La primera barrera ha sido una constante en mi día a día. Aunque suelo dejar el celular lejos o activar el modo “No molestar”, me cuesta evitar la tentación de revisar si ha llegado algún mensaje importante o novedad. Si bien he mejorado en este aspecto, sigue siendo un factor que puede romper mi enfoque.
Con respecto a las notificaciones, en los últimos meses estuve muy pendiente de una actualización específica (One UI 7 de Samsung). Esto me llevó a consumir contenido relacionado en redes sociales constantemente, al punto de que no dejé de hacerlo hasta que logré instalarla. Me hizo tomar conciencia de cuán fácilmente puedo distraerme por intereses momentáneos.
En cuanto al mindset fijo, reconozco que durante mucho tiempo dejé de intentar ciertas cosas porque sentía que no estaba avanzando o que no era lo suficientemente bueno. Sin embargo, tras leer algunos libros, noté cambios reales, como una mejora en mi forma de expresarme y mi concentración. Esa constatación me ayudó a entender que el progreso es gradual, pero constante cuando hay disciplina.
Respecto al entorno físico, vivo en una zona donde desde muy temprano se escuchan vendedores con megáfonos, además de interrupciones dentro del hogar. Por esa razón, he adaptado mi rutina para estudiar por las noches, cuando el ambiente es más silencioso y propicio para concentrarme.
Por último, me gustaría agregar una barrera que considero cada vez más común: la presión de mantener "rachas" en aplicaciones como Snapchat, TikTok, o Sush. Muchas de estas plataformas utilizan mecánicas de gamificación que nos empujan a realizar acciones diarias para no romper una cadena. Aunque estas dinámicas pueden ser inofensivas si se gestionan bien, reconozco que en mi caso han llegado a generar ansiedad y pérdida de tiempo innecesaria. A pesar de limitar mi uso de redes sociales a 30 minutos diarios, estas "rachas" muchas veces logran robarme atención y foco, al preocuparme más por mantenerlas que por mis propias prioridades.