Personalmente, considero que no existe un número exacto de días para establecer un hábito y hacerlo parte de nuestra vida diaria. Cada persona es única en cuanto a personalidad, proyectos, aspiraciones y sueños. Desde mi punto de vista, la formación de hábitos puede estar influenciada por el contexto y el entorno en el que se desarrolla una persona. Por ejemplo, un niño criado con padres estrictos puede tener una experiencia diferente al adquirir hábitos en comparación con un niño que no tiene esa estructura en casa. Del mismo modo, los niveles de responsabilidad pueden variar entre hijos más jóvenes y mayores.
En conclusión, los hábitos, actitudes, responsabilidades y personalidad a menudo están moldeados por el contexto en el que crecemos. Sin embargo, la decisión de generar un cambio personal reside en nosotros mismos.