Además de recibir retroalimentación (feedback), existen varios hábitos clave que pueden ayudar a ser un Lifelong Learner. Uno de estos hábitos es combinar teoría y práctica, lo que significa aplicar lo aprendido a situaciones reales para reforzar el conocimiento y mejorar la comprensión. Esto permite que el aprendizaje sea más relevante y duradero. Otro hábito importante es hacer networking, es decir, establecer conexiones con otras personas que compartan intereses similares, lo que brinda oportunidades para aprender de experiencias ajenas y expandir las perspectivas.
Además, buscar un mentor es esencial, ya que contar con una guía experimentada puede acelerar el proceso de aprendizaje, proporcionando consejos útiles y dirección en áreas específicas. Finalmente, es crucial estudiar de diferentes fuentes, ya que la información puede ser más rica y completa cuando proviene de distintas perspectivas, ya sea de libros, artículos, conferencias, o incluso de las experiencias de otros. Este enfoque integral permite no solo adquirir más conocimiento, sino también desarrollar una mentalidad flexible y abierta, característica fundamental de un aprendiz de por vida.