Descubrí que mi formato favorito es el cinestésico. Aprendo cuando estoy metido de lleno, cuando fallo y lo vuelvo a intentar, cuando pruebo y ajusto sobre la marcha. Me funciona más hacer que leer, vivir que solo mirar. Pero también uso lo visual para aclararme y lo escrito para recordarme después.
No me encierro en un solo camino. Mezclo formatos, porque sé que mientras más formas exploro, más fuerte se vuelve lo que aprendo. Y enseñar lo poco que sé, incluso con errores, me ayuda a consolidarlo. Así es como me convierto en alguien que aprende toda la vida, aunque la vida no siempre lo ponga fácil.