Podríamos decir que en todo grupo humano están las personas que quieren mandar y las personas que quieren ser mandadas.
¿Cómo llegar a un equilibrio donde existen objetivos previamente establecidos, los lineamientos son claros para todos y se conocen las habilidades de cada integrante?
Cómo se menciona en el artículo anterior, la autonomía es un arma de doble filo. Demasiada y sin algún tipo de supervisión puede llevar al caos y la ausencia de resultados. La falta en demasía cae en poca motivación por la falta de confianza en el hecho de que un integrante tenga una idea.
¿Acaso establecer que hay quienes son más hábiles para liderar en múltiples casos y otros para ser ejecutores constantemente, no es una forma de favoritismo?, ¿se puede llegar a un acuerdo donde se entienda de manera asertiva por que ciertas personas son más aptas?
Ser líder se confunde con ser mejor. Más aptos, más inteligentes, etc., conceptos estereotípicos, que aunque a veces, es así, otras veces no lo es.
¿Cómo llegar al equilibrio?, ¿Cómo saber elegir bien las posibles cadenas de mando?