Salir de la zona de confort con pasos pequeños: En lugar de intentar grandes cambios de golpe, puedo empezar con retos manejables que me impulsen a aprender algo nuevo. Por ejemplo, si una tarea parece complicada, dividirla en partes pequeñas y trabajar en ellas poco a poco me ayudará a sentirme más segura y avanzar sin estrés.
Ver los errores como oportunidades: En lugar de frustrarme cuando algo no sale como esperaba, puedo dedicar tiempo a analizar qué aprendí de esa experiencia y cómo usar ese aprendizaje en el futuro. Esto refuerza mi confianza y me prepara mejor para los retos que vienen. ¿Cuáles de estas estrategias pondrías en práctica tú?