Cuando estaba terminando mi etapa escolar en grado once, cursaba una media técnica en desarrollo de software con la universidad Pascual Bravo y también participaba en un semillero llamado Quipux. A eso se sumaban los exámenes de admisión a las universidades, lo que me generó muchísimo estrés y una sensación de sobrecarga. Me sentía atrapada en la zona de estrés porque no sabía cómo organizar bien mi tiempo, me llené de tareas, responsabilidades y no encontraba momentos para descansar.
Lo que me ayudó a salir de esa situación fue aprender a priorizar: organicé mejor mi horario, eliminé distracciones y me enfoqué en lo realmente importante. Además, busqué tutorías y apoyo académico, lo que me permitió avanzar con más seguridad y menos presión.
Tres actitudes que puedo tener la próxima vez para salir más rápido de la zona de estrés y pasar a la de aprendizaje:
Planificar mi tiempo desde el principio: Usar una agenda o una app para organizar mis tareas, poner fechas límite realistas y dejar espacio para descansar.
Pedir ayuda sin miedo: No esperar a estar al borde del colapso para buscar apoyo. Hablar con alguien, ya sea un profe, un amigo o un familiar, puede marcar la diferencia.
Practicar el autocuidado: Dormir bien, comer saludable, tomar pausas y hacer cosas que me gusten para recargar energías (como dibujar o escuchar música).