Hace poco tomé la decisión de inscribirme en un diplomado en Ciencia de Datos, luego de haber estado alejado del estudio formal por casi cinco años. Venía de una trayectoria como contador, y dar ese salto hacia un campo tan técnico fue desafiante.
El miedo al rezago intelectual, la comparación con compañeros más jóvenes o con experiencia previa, y la incertidumbre sobre mis capacidades digitales me mantuvieron en una zona de estrés constante al inicio. Sentía que el entorno virtual dificultaba aún más la conexión y el aprendizaje.
Sin embargo, algo poderoso me ayudó: el apoyo genuino de mis compañeros, incluso en la virtualidad. Sus palabras, paciencia y disposición a colaborar me recordaron que no estaba solo en este viaje, y que el aprendizaje no se trata de perfección, sino de proceso. En este viaje aprendi mucho de ellos.
- Abrazar el rol del aprendiz sin juicio y entender que comenzar algo nuevo implica preguntas, y momentos incómodos. Cada inicio trae valor si se lo permite.
- Fomentar micro-logros diarios: celebrar avances pequeños como comprender una nuevo programa y , para nutrir la motivación y evitar la parálisis por análisis.
- Cultivar redes de apoyo desde el principio: en lugar de esperar hasta sentirme perdido, buscar conexiones desde el día uno y nutrirlas para construir confianza mutua.