Recuerdo una situación durante un final en la universidad. Me tocaba dar la parte oral del examen, pero a pesar de haberlo preparado, al momento de hablar me sentí paralizado. El miedo a equivocarme y la presencia del profesor hicieron que entrara en una zona de estrés que me bloqueó mentalmente. Empecé a dudar de lo que sabía, hablé muy rápido y terminé omitiendo partes importantes.
Lo que me dejó atrapado en esa zona fue principalmente la autoexigencia, el miedo al juicio ajeno y la sensación de que si cometía un error, todo el esfuerzo no iba a valer la pena.
Tres actitudes diferentes que puedo tener la próxima vez:
.Aceptar que equivocarse es parte del aprendizaje: en lugar de obsesionarme con hacerlo perfecto, entender que los errores también enseñan y no definen todo el proceso.
.Prepararme desde la confianza, no desde el miedo: estudiar y practicar sin enfocarme en lo que puede salir mal, sino en lo que ya sé y cómo puedo explicarlo de forma clara.
.Respirar y pausar antes de actuar: usar técnicas de respiración o pausas conscientes para calmar el cuerpo y aclarar la mente antes de enfrentar la situación.