La verdad es que si pienso en una situación que me tiene atrapada en la zona de estrés, es justo la que estoy viviendo ahora mismo en mi trabajo como diseñadora. La llegada de la Inteligencia Artificial ha sido un torbellino. Me siento constantemente abrumada por la cantidad de herramientas nuevas que salen cada día, es imposible seguirles el ritmo.
Esa avalancha me genera una incertidumbre enorme sobre mi futuro, haciéndome dudar del valor de mis habilidades. Y para rematar, siento la presión de un mercado que quiere todo para ya, que se aburre rápido y exige una novedad que parece inalcanzable. Es un ciclo agotador.
Reflexionando sobre esto, para no quedarme estancada ahí, he pensado en tres formas de actuar diferentes para la próxima vez que me sienta así:
Primero, voy a cambiar la obligación por la simple curiosidad. En lugar de ver cada nueva herramienta como una tarea que debo dominar, voy a dedicarle un rato a "jugar" con ella, a experimentar sin la presión de ser un experto, solo para ver qué pasa y si me puede servir de algo.
Además, necesito ser mucho más intencional y estratégico con lo que aprendo. En vez de reaccionar a cada novedad, me detendré a pensar qué necesito realmente para mis proyectos. Así, me enfocaré en aprender a usar una sola cosa que me resuelva un problema real, ignorando el resto del ruido.
Y por último, creo que lo más importante es dejar de ver la IA como una competencia y empezar a verla como un asistente. Mi verdadero valor no está en la ejecución técnica, sino en mi criterio, en la capacidad de tener una buena idea y entender lo que un cliente necesita. Usaré la IA para que haga el trabajo pesado y así tener yo más tiempo para la estrategia, que es algo que una máquina no puede hacer.