Aprendí que tener metas claras y ganas de alcanzar cambios no es suficiente si no desarrollamos fuerza de voluntad y conciencia del proceso real. Como Juan, muchas veces comenzamos con entusiasmo, pero el estrés, la rutina, los malos hábitos y la falta de descanso acaban saboteando nuestros planes. Lo importante es implementar hábitos pequeños que se vuelvan sostenibles, ajustar nuestras expectativas, cuidar nuestro cuerpo —desde la alimentación hasta el sueño— y aceptar que no hay atajos para lo que realmente vale la pena. El camino hacia nuestros objetivos es extenso y exigente, pero también transformador si aprendemos a conocer nuestras emociones, organizarnos con propósito y actuar con constancia.