A veces pensamos que “comer sano” es sinónimo de aburrido, pero la realidad es que puede ser tan placentero como ese brunch de domingo que tanto disfrutás. La clave está en combinar ingredientes nutritivos con sabores que te hagan sonreír desde el primer bocado. Y sí, hasta en un desayuno bien contundente se puede lograr.
Imaginá arrancar la mañana con un tazón de avena cocida en leche vegetal, endulzada con banana madura y coronada con frutillas frescas, semillas de chía y un toque de mantequilla de maní. Dulce, cremoso y lleno de energía para que tu cuerpo arranque con todo.
O quizá preferís algo salado, como unas tostadas integrales con hummus casero y láminas de palta bien verde, sazonadas con pimienta negra y unas gotitas de limón. La textura suave del hummus y el frescor de la palta hacen que cada mordida sea un pequeño momento de felicidad.
Y si sos fan de lo práctico pero igualmente sabroso, un smoothie espeso de mango, espinaca y yogur natural puede ser tu mejor aliado. Lo servís en vaso grande, le agregás granola por encima y ya tenés un desayuno que se come y se bebe al mismo tiempo, con un toque tropical que te transporta directo a la playa.
La próxima vez que pienses en alimentación saludable, recordá que no es una obligación aburrida, sino una oportunidad para darle a tu cuerpo lo que necesita y, de paso, a tu paladar lo que ama.
