La procrastinación nos aleja de nuestras metas y genera ansiedad. Para superarla, es clave desarrollar disciplina (hacerlo aunque no tengamos ganas) y consistencia (mantener el hábito en el tiempo).
Una rutina clara y realista reduce la indecisión, mejora el enfoque y facilita el aprendizaje. A esto se suma la importancia de la actividad física, que mejora la memoria, la concentración y el estado de ánimo, gracias a sus efectos positivos en el cerebro.
Con constancia, movimiento y buenas herramientas, es posible construir un hábito de estudio que realmente funcione.