Uno de los elementos clave en la formación de un hábito es la señal o disparador. Se trata de ese estímulo o situación que nos indica que es momento de iniciar una acción. Es como una especie de punto de partida que pone en marcha nuestra rutina. Esta señal puede ser externa —como una hora específica, una alarma o un lugar— o interna —como una emoción o un pensamiento—, y cumple el papel de activar automáticamente el comportamiento que queremos desarrollar. Reconocerla y usarla conscientemente nos ayuda a crear hábitos de forma más efectiva y sostenida en el tiempo.