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02 Cambios

Durante mucho tiempo creí en la famosa frase de que en 21 días se forma un hábito. Me parecía una promesa motivadora: solo tres semanas y podría transformar mi vida. Pero cuando comencé a comprometerme en serio con cambios como estudiar con regularidad o hacer ejercicio, me di cuenta de que no era tan automático como parecía.

A veces lograba mantenerme constante, otras veces sentía que retrocedía. Me frustraba no ver resultados en ese “plazo mágico”. Con el tiempo entendí que no se trata de una fórmula exacta ni de un número universal. Nos atraen los plazos cortos porque suenan alcanzables, pero crear un hábito es un proceso mucho más personal.

Cada quien tiene su ritmo, sus obstáculos y sus motivaciones. Algunos hábitos se afianzan rápido, otros necesitan más tiempo y esfuerzo. Lo importante no es cumplir con una cantidad de días exacta, sino volver cada día con intención, incluso cuando cuesta.

Ahora lo veo diferente: formar un hábito es como cuidar una planta. No florece de un día para otro. Requiere atención, cuidado constante y confianza en que, aunque no lo veas de inmediato, algo está creciendo.